Vla de vainilla (postre holandés)
Hace unos cuantos años viajamos a Holanda, haciendo turismo con la excusa de visitar a un amigo.
En lo gastronómico nos llamaron mucho la atención los stroopwaffels, eses barquillos con relleno de caramelo que te ponían a modo de tapa cuando pedías tu café o té (¡qué rico tomarse una bebida caliente en los mercados callejeros acompañada de esta golosina!) y un postre que llaman vla.
Este que véis aquí.
Salvando las distancias, tiene un cierto parecido con unas natillas. Tienen una consistencia similar, se basan también en una crema de leche y huevo… y el mercado moderno está plagado de multitud de sabores y colores.
Bueno, en realidad, creo que incluso más que las natillas aquí. De vainilla, de chocolate, de caramelo, de frutas muy diversas…
Después del viaje busqué una receta de vla de vainilla, en inglés porque neerlandés no entiendo ni papa, y encontré una web de un holandés emigrado que da muy buen resultado (aunque me imagino que habrá variantes) y es la que he hecho siempre.
Solo una nota: imprescindible comprar una vaina de vainilla.
Hay saborizantes bastante buenos pero creo que para un postre de sabor delicado como este merece la pena comprar una vaina aunque salga algo más cara.
Ingredientes
- 1 litro leche entera
- 1 taza (250ml) nata
- 1/3 taza (70g) azúcar
- 1/3 taza (40g) maicena
- 2 huevos
- 1 vaina vainilla
- fideos chocolate (opcional)
Preparación
Mezclamos la maicena con unas cucharadas de leche, las suficientes para que se disuelva.
El resto de la leche lo ponemos en una cazuela, añadimos la vaina de vainilla abierta y calentamos.
Por otro lado batimos bien los huevos con el azúcar hasta obtener una mezcla homogénea y un tanto espumosa.
En cuanto la leche rompa a hervir bajamos el fuego al mínino y añadimos la maicena disuelta.
Removemos durante unos minutos mientras adquiere una consistencia muy ligeramente gelatinosa.
Agregamos también el huevo y azúcar, siempre con la temperatura al mínimo, batiendo hasta obtener una crema uniforme y solo ligeramente densa.
Retiramos del fuego y enfriamos, removiendo con frecuencia para evitar la formación de tona.
Podemos colocar la cazuela en un recipiente con agua fría, y según esta se caliente cambiarla por nueva agua fría las veces que sea necesaria. O podemos pasarla de la cazuela a otro recipiente, repitiendo también hasta que enfríe.
En cualquier caso no nos olvidamos de remover.
Guardamos en el frigorífico hasta el momento de servir.
Entonces montamos la nata con un par de cucharadas soperas de azúcar y la mezclamos con nuestra crema fría.
Servimos en copas individuales y, si lo deseamos, espolvoreamos de virutas de chocolate.
Fuente | Thomer M. Gil